sábado, 7 de julio de 2012

Pues es probable que el autor de este artículo esté en lo cierto ... o por lo menos, no muy lejos de la realidad.

 

Hidalgos con I-Phones y Audis

Viernes, 8 de Julio de 2011
 
El  escándalo de corrupción en la SGAE, el ingreso en prisión y el enjuiciamiento de su directiva con toda seguridad ha sido la delicia del pueblo español durante estos días. No podemos negar que existe cierto placer sádico en ver a la organización más odiada del país arruinada y entre rejas a la vez que controvertidos e ilegales cánones “culturales” son eliminados de un plumazo por la justicia y la ministra que les apoyaba se hunde en el pozo más negro que exista. Es comprensible que exista cierta animadversión hacia esta especie de KGB-Stasi en versión Íbera cuyo supuesto objetivo es el de proteger los derechos – que son reales – de un colectivo de la cultura compuesto, como todo en la vida, por un mar de artistas mediocres en medio del cual brillan unos cuantos genios.


La animadversión proviene de que este colectivo es percibido como que “chupa del bote”, es decir: vive adscrito a los presupuestos generales del estado, y razón no les falta: la mitad de las películas financiadas por el ministerio de la cultura no llegan ni a estrenarse. El daño financiero es mínimo: casi 90 millones de Euros al año para todos que ni siquiera llegan a recoger en taquilla. En realidad es una miseria: un solo aeropuerto de AENA – de esos que nadie necesita – cuesta como mínimo diez veces más, una sola película en Hollywood cuesta 200 millones por lo que no es de extrañar que los buenos actores de este país vivan en ese lugar. En realidad lo que molesta es que “vivan de chupar del bote”.

Pero: ¿ qué es chupar del bote ?.

La definición técnica de chupar del bote, en plan economicista pedante – para que nadie entienda y seguir con el misterio, los premios Nobel y la plácida vida universitaria – podría ser la de “obtener una renta del estado directamente de sus presupuestos o en su defecto la exacción de una renta a la población mediante autorización administrativa utilizando influencias políticas o de clase”.

El problema no es la SGAE, no son los artistas malos o la niña tonta que está buenísima, canta desafinado pero tiene Autotune. El problema es que vivan de rentas que provienen directamente del estado como en el caso de muchos artistas o de permisos otorgados por el estado para cobrar unos dineros a la población como en el caso de la SGAE. En otros países como en los Estados Unidos también existen organizaciones de protección de derechos de autor que son lo más normal del mundo, pero también son las organizaciones que establecen las bases técnicas para el negocio, por los que se las percibe como útiles. Por ejemplo la RIAA (Recording Industry Association of America) es la SGAE de los cantantes en USA, pero también ha realizado importantísimas aportaciones técnicas como la curva de ecualización para los discos, técnicas de mastering, formación de técnicos de sonido, estándares para que cualquier CD se escuche en cualquier reproductor. Es decir: ha sentado las bases técnicas que permiten la existencia de la industria.

La SGAE es percibida como una organización poco inteligente, sin sapiencia técnica y meramente recaudadora. Es interesante ver como a la RIAA al acabársele las ideas, dejar de liderar la parte técnica del mundo de la música y ser atropellada por internet, comienza a sufrir una asombrosa transformación donde los ingenieros de sonido son reemplazados por engominados abogados para convertirse en otra SGAE al más puro estilo celtíbero y con idéntico resultado: la población les odia.
Pero no nos desviemos del tema: el problema no es la SGAE, el problema es que somos una sociedad con mentalidad rentista a la usanza de hace quinientos años y no una sociedad productora-creadora-inventora tal como se corresponde a las sociedades protestantes e ilustradas. En nuestra sociedad SGAEs abundan; telefónicas, empresas de electricidad, aguas de aquí y de allá, constructoras de obras públicas, autopistas, notarios y farmaceutas.

Solo hay que ver el IBEX-35: un laboratorio farmacéutico, dos acererías (una proviene del estado), una empresa de ingeniería y una empresa de alimentación. El resto son empresas eléctricas y de gas que viven de que el estado le imponga tarifas a la población, o autopistas que son más de lo mismo, o constructoras que viven de los presupuestos de obras públicas y contratos de todo tipo con estado, diputaciones y ayuntamientos. Finalmente el broche de oro lo cierran los bancos, esas sucursales del Banco de España que simulan ser privadas.

De las treintaicinco empresas que componen el índice de lo más importante que existe en la economía de este país, solo dos generan algo de tecnología (laboratorio farmacéutico e ingeniería) otras tres hacen los de siempre (acero y alimentación) y el resto viven de alguna concesión, dinero público, dádiva real, enchufe en el poder…o sea: de buscar y obtener una renta.

Somos una sociedad rentista, lo que buscamos es obtener una renta a costa de los demás y no aumentar la riqueza produciendo y creando cosas nuevas. Nadie mejor que el estado para coaxionar al resto a suministrarme una renta, bien sea vía impuestos o dejándome poner mi caseta de cobro de peajes, contador de agua, luz, gas, SGAE o farmacia. Debido a esto la economía de nuestro país es incapaz de crecer de forma sostenible durante más de treinta años: nadie busca rentabilizar el capital a largo plazo o crear una industria, todos buscan una renta perpetua. Si todos esperan recibir una renta, si todos se dedican a construir naves industriales para luego alquilarlas y que produzcan otros, si todos buscan que el estado les conceda su dádiva, recalificación del terreno, peaje o real privilegio; llega un momento en que todos se encuentran mirándose los unos a los otros esperando que sea el otro el que “afloje” el dinero de su renta. Todos se miran mutuamente desde su caseta de cobro de peaje, pero como en realidad nadie ha generado riqueza, nadie ha inventado ni producido nada nuevo: no hay renta que repartir. Fin del juego, viene la crisis.

Lo peor de todo esto es que pobre del que intente producir algo, ya que tendrá que pasar por innumerables casetas de peaje, donde tranquilamente le esperan para desvalijarle.

¿ De dónde viene esto tan irracional ?

¿ Es que nadie entiende que todo el mundo no puede vivir de rentas al mismo tiempo ?
Esto tiene su explicación, dolorosa explicación, pero explicación al fin y al cabo.

El concepto de vivir de la renta es un concepto de clase ociosa, no productiva muy propio del medioevo. En una sociedad agrícola que no crece durante siglos la riqueza se asume como constante, por lo que en el mind-set de las personas esto es algo “dado e inmutable”, ni se les pasa por la cabeza que es algo que se puede hacer crecer. Entonces toda la economía se reduce a hacer lo mismo de siempre y tratar de obtener tajada de lo que se pueda. El señor feudal cobra el 30% de lo producido en sus tierras sin importarle en lo más mínimo si se produce poco o mucho, tal como los terratenientes nacionales hasta hace nada. El clero también se arrima a la fiesta junto a militares, reyes, príncipes, cortesanos, etc, etc. Ninguno de estos actores aporta tecnología, conocimientos o mejoras de productividad que aumenten el tamaño del pastel y justifiquen su trozo de renta. Simplemente parasitan al sistema sin mejorarlo. En el fondo de todo se encuentra el esforzado campesino trabajando de sol a sol tal como hoy hace el mar de PYMES en este país.

El Medioevo se acabó con la reforma protestante y el renacimiento que luego condujo a la ilustración y al mundo industrial. Aquí en los 1500’s, justo cuando comenzaba toda esta movida y por decisión consciente y política de los reyes católicos, nos metieron en el congelador del Medioevo durante 350 años. Fielmente custodiados por esa KGB religiosa conocida como inquisición. No fue un tema casual o accidental, fue el producto de una política de estado: España no evolucionará para no poner en peligro el sistema de dominio medieval y más aún: España se convertirá en el defensor de lo medieval frente al resto del mundo así tenga que estar en permanente guerra. Y así fue.

El pueblo judío siempre se ha caracterizado por su erudición y su capacidad de aplicarse a un arte o a una ciencia hasta dominarla magistralmente. Esto se transmite dentro de la familia, por lo que esta etnia nos ha dado innumerables pensadores, artistas, compositores, científicos, banqueros tanto para bien como para mal. Lo mismo sucedía en este país en los 1500’s: todos los oficios medianamente decentes eran ejercidos por judíos: joyeros, espaderos, banqueros, comerciantes, sastres, zapateros, etc. La agricultura era “cosa de moros”.

Con el advenimiento del fanatismo religioso propagado desde el estado por los Reyes Católicos (el nombre no les venía de gratis), todo el que tuviese alguna relación por muy lejana que fuese con algún oficio, era sospechoso de ser judío. Mientras más valor agregado y más preparación requiriese dicho oficio, pues más sospechoso de judío era la pobre víctima. Digamos que el panadero era sospechoso de ser judío, pero el templador de espadas de Toledo, el médico o el joyero: seguro que sí lo era. Ante semejante ofensa – la de ser judío – la inquisición les perseguía y el estado les expulsaba. Así poco a poco la población fue internalizando el que “tener oficio y sobre todo oficio inteligente” = “judío” = “estoy jodido”.

Por otra parte el estado y su policía política vestida de rojo buscaban a los sospechosos de ser musulmanes donde siempre habían estado: cultivando la tierra. Aunque no eran tan perseguidos como los otros (los alimentos son imprescindibles) eran despreciados, la agricultura es cosa de moros. Así poco a poco la población también fue internalizando la fatídica ecuación de “trabajar la tierra” = “musulmán” = “también estoy jodido y encima me desprecian”.

¿ Que hace una población a la que se le persigue sin piedad por tener un oficio y también se la persigue sin piedad pero con desprecio por dedicarse a la agricultura ?.

¿ Que hace una población si se le persigue por hacer cualquier cosa productiva ?

Pues se hace Hidalgo Español: ese personaje al que no se le conoce oficio, que se levanta a las once de la mañana – ¿ para qué levantarse temprano si no tengo ni tendré oficio ? – y va calle mayor arriba calle mayor abajo rebuscándose la vida con todo tipo de negocietes, timos, especulaciones, pidiendo préstamos que nunca devolverá, compro aquí y vendo allá pero rápido no me vayan a confundir con un comerciante judío, con los cobradores pisándole los talones, aquí meto un pelotazo, con el dinero de esto pago parte de aquello, allá no le pago a fulano pero me quedo con la mercancía, ahora enamoro a esta y le quito dinero y así en un sin vivir todo el día.

Hay que reconocer que vivir bajo semejante incertidumbre es difícil inclusive para el que haya internalizado esos valores a través de varias generaciones hasta convertirse en ese personaje tan emblemático de nuestra sociedad: el sinvergüenza. La búsqueda de una escapatoria es vital, y esa escapatoria se llama: renta. Obtener una renta de donde sea y como sea para poder escapar al infierno del sin vivir en la calle sin oficio, al mismo tiempo que se intenta escapar del otro infierno de ser confundido con un hereje inteligente (judío) o con un hereje de pocas luces (musulmán).

¿ Cómo vive una sociedad a la que el poder le impide y la castiga por intentar hacer algo útil ?. Convirtiéndose en Hidalgo Español y buscando una renta como sea, no hay otra cosa: es cuestión de supervivencia.

Situación indigna como pocas ante la que los afectados se ven forzados inventarse todo tipo de mecanismos de defensa, en su legítima búsqueda de salvaguardar lo que va quedando de sus egos. De aquí proviene ese orgullo nacional sobre lo “listillos” que somos, sobre lo bien que nos “rebuscamos” la vida, ese sexto sentido para buscar el “enchufe” y ese vivir de rentas indignas sin ningún problema.
Las telefónicas, gases, electricidades, aguas de aquí y de allá, la SGAE, los farmaceutas, notarios, ITVs, registradores de esto y aquello, películas malas subvencionadas, autopistas y demás organizaciones que hoy sufrimos no son más que la cristalización moderna – y no tan moderna – de ese sentir del Hidalgo Español y de su dilema histórico de cómo sobrevivir y conservar su dignidad si no puede trabajar en algo para ganarse la vida sin arriesgarla.

Son organizaciones enteramente modeladas por la cultura imperante, como en todas partes. Esa cultura fue impuesta a la fuerza a este pueblo hace quinientos años y nadie ha hecho absolutamente nada desde entonces por cambiarla. No podemos negar que esto plantea importantes problemas existenciales a quien lo sufra. Y aquí estamos todos al día de hoy: mirándonos los unos a los otros a ver quién se va a descuidar para timarle, dejar de pagarle o extraerle una renta. Y lo peor de todo: sin saber por qué.

Todo esto se nota muchísimo en algo que pareciera trivial pero esconde un gran sentido de “propiedad de mi renta”. Es el caso de la gran cantidad de negocios y servicios a los que es muy fácil apuntarse pero muy difícil darse de baja. Telefonía, gimnasios, piscinas municipales, asociaciones de todo tipo. En la mayoría basta con un email, un trámite telefónico y un número de cuenta bancaria para darse de alta. Para darse de baja requieren de un Burofax o un bufete de abogados. En el momento en que tienen acceso a la cuenta corriente del afectado ya lo consideran como una renta de su propiedad: ¡ claro, es que YO tengo que pagar alquiler y empleados !. No tienen interiorizado que el pago es por un servicio que el cliente puede desear o no. Por eso en este país dicen que el que “coge la teta” luego “la suelta solo a tiros”, pero es lógico: durante siglos les fue la vida en ello.
Nada mejor que el poema de Jose María Pemán para comprender la tragedia del Hidalgo Español. Creada a sangre y fuego por el estado durante siglos de terror e impreso en el inconsciente colectivo de este pueblo y por ende de sus organizaciones.

Ufano de su talle y su persona
con la altivez de un rey en el semblante
aunque rotas quizá, viste arrogante
sus calzas, su ropilla y su valona.
Cuida más que su hacienda su tizona
sueña empresas que olvida en un instante
reza con devoción, peca bastante,
y en lugar de callarlo, lo pregona.
Intentó por su dama una quimera
y le mataron sin soltar la espada
sólo quiso, al morir, que se le hiciera
si algo quedó en su bolsa malgastada
una tumba de rey, donde dijera
“Nació para ser mucho…y no fue nada”.


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